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Marisa González. Un modo de hacer generativo

Marisa González, Autorretrato, 1971-1973, perteneciente a un conjunto de tres piezas. Colección particular © M. González

Marisa González, Autorretrato, 1971-1973, perteneciente a un conjunto de tres piezas. Colección particular. © Marisa González, VEGAP, Madrid, 2025

La exposición antológica de Marisa González (Bilbao, 1943) repasa la trayectoria de la artista con motivo de la obtención del Premio Velázquez en 2023.

Una serie de trabajos de los años setenta, realizados en el Departamento de Sistemas Generativos de la escuela de Art Institute de Chicago, indica el temprano y sostenido interés de la artista por las tecnologías de la comunicación y de la reproducción de imágenes; interés que situó a González en la avanzadilla de este tipo de experimentaciones en nuestro país. De hecho, años más tarde la artista participaría en Procesos, exposición de 1986 que inauguraba el Centro de Arte Reina Sofía y exploraba las intersecciones entre cultura y nuevas tecnologías. Asimismo, la temática abordada en otras piezas tempranas (imágenes relacionadas con la violencia contra las mujeres, revisiones de la maternidad, etc.) le ha valido a la artista un puesto en investigaciones recientes sobre las genealogías feministas del arte español.

En su trayectoria, Marisa González se ha interesado también por el residuo y el desecho. A mediados de la década de 2000 prestó atención a una infraestructura masiva inoperante, la central nuclear de Lemóniz. Y, en una larga serie llamada Presencias, de los primeros años ochenta, descontextualizó un material tan modesto como la guata que se desprende durante el secado doméstico de la colada.

En otros momentos González reparó en fenómenos sociales raramente escuchados por la atención pública. Es el caso de Ellas, filipinas (2009-2010), reportaje sobre las construcciones efímeras que cientos de empleadas domésticas filipinas, desplazadas en Hong Kong, erigen para su descanso dominical en una zona que a diario es la de mayor trasiego y negocio de la ciudad.

La exposición recorre la variedad constante de medios en la práctica de Marisa González, incluyendo hibridaciones como las Grafías musicales (1989-1990) que, mediante pintura y fotocopiado, traducen partituras contemporáneas al lenguaje visual. Igualmente, atiende a la vocación de instalación de algunos de sus trabajos, como Ensueño. Escenas de la vida cotidiana (1998) o las Luminarias del proyecto La fábrica (2000).

Organización: Museo Reina Sofía y Azkuna Zentroa

Comisariado: Violeta Janeiro

Artistas: Marisa González

Con la colaboración de: Ayuntamiento de Madrid

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